mardi 30 juin 2009

La comedia de la inocencia

Me he quedado agripada en casa y quiero escribir un post que hable de todo. Quiero hablar de esos momentos en los que uno decide cambiar y no cambia, quiero habalar también de otros momentos en los que los demás, los amigos, los familiares, los cercanos o lejanos piensan que hemos cambiado y tampoco es verdad.

Últimamente los otros cercanos no me encantan, ni me encantan sus encantos y viejos trucos del ya cambiaste. La verdad si lo pienso bien yo no he cambiado nada. No he cambiado desde que empecé a ser una niñita con pelo de cavernicola y los otros niños me miraban en la alberca por que "jugaba solita"

-Mira mamá, esa niña juega solita.

Solito también se dice cuando los niños empiezan a caminar y no toman la mano de sus papás para los pasitos que van inventando (por que claro esos "solitos" no se pueden llamar caminar)

Creo que desde entonces mis juegos me parecieron muy divertidos, divertidos de verdad, después me volví tan buena inventando juegos que podía prestarlos a otros niños, era capaz de imaginarles un montón de escenarios y retos y en mi casa de adultos había cosas tan extraordinarias, como los mapas viejos de la isla del tesoro, que era prácticamente imposible pensar que un tesoro no estuviera escondido muy cerca de la X.

Y no, no he cambiado. Constantemente regalo ideas, constantemente deliro sobre diversos temas y abro mis brazos o mi casa (donde quiera que ésta se sitúe) y comienzo con otra historia u otro juego o algo. Nunca llego sin nada, nunca llego esperando absorber la energía de nadie, nunca quiero como los zombis sorberle el seso a nadie y eso más que por generosidad o alguna otra virtud es por que tengo la creencia de que vine al mundo a eso, a dar, a dar un poquito del mundo interno que se me dió al negárseme una familia. Siento que tengo el rol de la sibila, de la que apunta con el dedo hacia un punto borroso.

Yo también he pensado que cambio, a veces pienso que dejo de hacer eso que siempre siempre hago y sin embargo, me doy cuenta de que estoy profundamente conectada con historias, mucho más conectada con historias que con personas, las personas no dejan de parecerme máscaras como bien lo indica la palabra y todo lo que sucede me parece el juego de una comedia inocente, donde por inocencia se cree que se es bueno, o se es malo o simplemente se cree uno que existe.

Yo creo, por que supongo que tengo que creer, que estoy aquí por algo, aunque muchas veces parezca no haber sentido, aunque la gente me pase de largo como si no existiera.

Es parte de la comedia y si lo pienso así entonces es fácil pensarme completa.
Yo, que quisiera hablar de todo pero sobretodo de mí.

vendredi 26 juin 2009

Depuraciones I

El día nublado a través de mi ventana el mundo blanco y negro, la vida aletargada blanco y negro.
Cansada de escribir en francés cartas imaginarias a mis amigos imaginarios que me cuentan las historias de Ida.

Ida yo, despistada, en las nubes sin filtro de mi cámara de plástico.

Ida y feliz como una mariposa enorme, polvosa y fea, que hace con sus alas como los niños hacen clap, clap, clap en los charcos.

El mundo de mercurio, el mundo deformado, fragmentado en pequeñas gotas deformantes que no son capaces de reflejar gran cosa.

Por eso temo a los espejos, los temo por que a veces resulta que te enamoras de ellos.

Por eso temo a las fotos por que resulta que te reflejan húmeda cuando no te das cuenta.

Ida y con las comisuras hacia abajo, con el gesto de los hilitos que no se sostuvieron.

Como Ida que es sorda, que es muda, soy capaz de salir medio desnuda de la cabinita del probador para ir detrás de la mariposa negra que se ha metido en la tienda de la avenida más suntuosa de la ciudad, sólo por que llamó mi atención, sólo por que hace clap, clap, clap como haría yo sin zapatos, sólo por que chasquearía la lengua cuando le pasaran el caviar negro como ella, por que simplemente el caviar no llama su atención por que es amargo, por que es espeso.

No es necesario ser sorda, ser muda para correr tras algo que significa algo, pero se necesita ser ciego para correr hacia la nada.

Así es que voy tras mariposas.