mercredi 5 mai 2010

Biografía Carmelina


Yo no tengo la culpa de que a mi abuela materna le gustara practicar la lucha grecorromana aunque fuera un hilacho, que no tuviera una madre que le dijera cómo debían ser las mujeres y que fuera criada por sus seis hermanos mayores, no tengo la culpa de que naciera en el año en el que murió Bufalo Bill y que prácticamente toda su vida se dedicara a hacer exactamente lo que le diera la gana.

No tengo la culpa de que tocara el piano como los ángeles, que su gusto en ropa y en muebles fuera extravagante y horroroso pero que su paladar fuera tan fino que pudiera distinguir todas las notas de un vino.

No podía evitar, a pesar de su austeridad emocional, a pesar de un gesto que nunca fue dulce que la gente la adorara. No pudo evitar casarse con un hombre inteligentísimo que cumplió sus más pequeños caprichos, mientras ella se vestía con pantalones de hombre para cabalgar o cerraba la puerta con llave para no ser molestada.

No pudo evitar ser una maravillosa madre para una de sus hijas y una cruel bruja para la otra. No evitó el escándalo, no evitó las lágrimas, ni las risas.
Cantó canciones, causó y curó heridas pero siempre con un halo intocable de porcelana perfecta con perfecta nariz.

No tengo la culpa de que mi abuela me haya heredado una gárgola, un bicho mitad león, mitad piedra con la piel tan lisa, con el garbo tan majestuoso que causa horror. Una gárgola provoca miradas esquivas y murmuraciones. Tengo un amor profundo por nuestro animal familiar, por la sangre carmelina que corre a través de nuestros cuerpos, por el reflejo que la bestia me otorga de nuestra historia. No esconderé a la gárgola, no dejaré de alimentarla. Será extraño y algunas veces se teñirá de borgoña pero no puedo rechazar mi herencia

mercredi 28 avril 2010

Hogar

Vivimos en un departamento diminuto desde hace un año. Es un departamento que parece responder al modelo inicial de nuestro primer departamento en una calle llamada Bonaparte. De alguna forma siempre hemos caído en sitios altos y luminosos. La cocina es nuestro centro, nuestro eje, es ahí donde formulamos deseos, revolvemos especias, atesoramos nuestros tesoros traídos de Oriente u Occidente, se conviente en el lugar donde se guardan nuestras costumbres muy secretas de mucha azúcar y un poco de picante, es ahí donde empiezan los juegos, donde la casa misma se inunda de luz y de sabores, es ahí la sala de baile entre los tiempos y los secretos, es donde se rompen las cosas, donde está la fisura entre un tiempo íntimo, pausado y la locura de los horarios cotidianos.



Tenemos un gran ventanal que da vista hacia una fuente. La fuente cambia de colores y de estados de humor todos los días, ella nos anuncia si el día será mágico o simplemente normal, es nuestro oráculo personal.



Una mañana bañada con un sol lleno de miel, Manu miró a la ventana y dijo:


-Esos perros no se cansan



Los perros correspondían a 5 animales vestidos de abeja que daban vueltas y vueltas alrededor de la fuente, perritos torpes que nunca completaban su carrera todos juntos. Uno ya se regresó a oler unas flores, el otro se adelanta pero se va para otro lado, aquellos tres empiezan a morderse.

Y la vida no se cansa, ni la luna, ni la felicidad que va explotando en pequeños momentos, en reflejos del cristal de un mundo lleno de detalles.

Mientras miro todos los días mi ventanal mundano pienso que los días se van haciendo de miradas, de atenciones pequeñas con los seres cercanos, de un cuidado suave al mundo interno. tenemos un hogar, sólo nuestro con pequeños rituales, con su poesía secreta y con su drama.

Miramos por la ventana, a veces hay lluvias de hojas doradas en plena primavera. La mecánica secreta de un realidad que se esconde de lo urgente y de la indiferencia. Para nosotros tiene mucho sentido vivir así, en las alturas.

mardi 12 janvier 2010

Paris interior

Entrada

Como cualquier otra del barrio séptimo y el código es el mismo de hace diez años.



Rez-de-chausée

Mme. Melnier saluda y muestra con orgullo el espacio que le separa los dos dientes de arriba. Hasta ayer supe que se llamaba Dorotea, después de darle una caja de mazapanes y preguntarle: -Por cierto, ¿cuál es su nombre de pila?-
Vinieron los relatos de su familia nómada, de los cambios de apellido antes de llegar a un confortable Melnier, de lo difícil de ser extranjero.


Algo mío, algo que está seguramente cerca de la última costilla del lado izquierdo, ese lado siniestro, obscuro y femenino de mi ser, lleno de limo transportado por los ríos y por los vientos, también tiene una separación de dientes muy pronunciada, pero no se muestra nunca porque la luz no es para eso, no entra en el organismo para llenar de dorado los órganos, sobretodo si son órganos imaginarios y por lo tanto invisibles. En ese lugar donde siento lo ajeno (que al final es todo, porque todo me parece ajeno), es ahí donde guardo la sonrisa de Mme. Melnier y las notas de piano de las tardes antes de Navidad. También guardo las llaves debajo del tapete, guardo la respiración para después abrir todo el pecho al exhalar. Se respira a casa, a mi primera verdadera casa.



L'Ascenseur

¿Te acordabas cuán estrecho era aquí? Cómo nos acomodábamos con dificultad hasta lograr encontrar un sitio confortable entre tantas maletas, tantas subidas y bajadas. El número de emergencia siempre a la vista, en caso de caer, de descomponerse. Sólo dos personas, sólo pocos kilos. Cuarto piso, sexto piso y subir la escalera hasta el séptimo cielo.



Fenêtre de toit

Es un vasistas con torre Eiffel integrada y hoy caen copos de nieve dibujados, casi transparentes con sus figuras frágiles. Un copo de nieve es frágil y delicado tanto que se puede quedar dormido entre mis pestañas sin molestarme.



La diminuta cama

Derecha o izquierda, de 23 horas a las 4:30, abismo derecho para cambiar al izquierdo de 4:30 a 9 horas. Son costumbres del país.



Albúm de imagenes

Habría que encontrarlas en las hojas muertas del papel de seda y describirlas, también están grabadas en los lunares de nuestra piel. Es un lugar secreto la vida, sobretodo la de todos los días donde no puedes atrapar toda la luz de las horas que pasan, de los sonidos queridos, del roce de dedos, no puedes atrapar las sensaciones dentro de ti que dicen:- soy feliz-
Ni tampoco a la pequeña voz de tu conciencia: -estás obsesionada con atrapar la luz, el sol, la vida, los momentos que se escapan, pero eres feliz.